Aleva surge de la fusión entre la palabra "alba" (amanecer, inicio) y una evocación abstracta al verbo "elevar". Remite a la naturaleza del pan que se eleva en su leudado, así como a un cuidado delicado y sofisticado en la elaboración. Es fresca, memorable, y carece de elementos descriptivos, lo que favorece su potencial de registro, manteniendo una sonoridad elegante y cercana.

Mudia evoca suavemente la experiencia y transformación de la masa al convertirse en pan, sin caer en lo descriptivo ni lo genérico. El nombre suena cálido y distintivo, transmitiendo una sensación de autenticidad, ternura y respeto por los procesos naturales sin hacer referencia directa a palabras habituales del rubro.

Lunara combina la evocación emocional de la luna (luces suaves, ciclos naturales, ternura) con terminación amable y sofisticada. Ofrece un aire de misterio y elegancia y permite asociar el producto a momentos de cuidado y naturalidad, sin recurrir a expresiones comunes ni descriptivas.